Hablemos de Lolo y Lucy. 4.- Lucy, tierno remedio por la palabra
Hace ya unos cuantos artículos y semanas que nos estamos sirviendo de la dedicatoria que Lolo hace en su libro “Un sillón de ruedas”. Y ahora nos habla de algo muy importante que su hermana Lucy hizo por él:
“A tu palabra, cicatriz, ala, gloria y esperanza.”
Pues bien, en un momento determinado de su libro “Las estrellas se ven de noche” dice el Beato Lolo esto que sigue:
“Los minutos del día son pocos para encajar la larga letanía de sus maravillosos y dulces contrapuntos. No soy nada de mí porque todo lo he perdido; pero al mismo tiempo soy todo de ella en mí, porque coincidentemente todo lo he ganado.”
Debemos tener en cuenta que entre las primeras palabras traídas aquí de aquel su primer libro, “El sillón de ruedas”, y estas, de “Las estrellas se ven de noche” han pasado unos cuantos años (el segundo corresponde a lo escrito-dictado por Lolo entre el 1 de septiembre de 1965 y el 3 de noviembre de 1971) Vemos, sin embargo, que un mismo amor alumbra a las mismas que no es que haya disminuido el mismo por su hermana Lucy sino que ha aumentado (si es que eso fuera posible ya) más y más que mucho.
Pues bien, cuando Lolo le dice a su hermana Lucy lo que le dice en cuanto a su palabra, bien podemos entender que lo cree desde lo más profundo de su corazón:
Por eso le dice que su palabra es “cicatriz” porque estamos más que seguros que cerró muchas heridas que pudieran haberle surgido en su vida ordinaria, muchos malos momentos donde ahí estaba Lucy, para cicatrizar una mala noche, un mala digestión, también o, en fin, cada uno de aquellos instantes en los que Manuel necesitaba una palabra amiga y gozosamente entregada.
Y por eso le dice que su palabra es “gloria” porque con ella se alzaría más arriba de su situación dolorosa y sufriente y sería como la levadura que hace crecer la masa, ahora del corazón, y lo hace más y más grande.
Y, es más, abundando en el amor que Lolo tiene por Lucy, en aquella dedicatoria de la que hablamos, le acaba diciendo que su palabra es “esperanza”. Y eso son palabras muy mayores.
En realidad, cuando nuestro Beato, linarense universal, sostiene eso de quien tanto hace por él es que sabe que siembra en su corazón el gozo de tener por buena su obra y de saber que, por mucho que sufra, siempre estará a su lado su hermano Jesucristo, su Padre, Dios del Cielo y su Madre, María, a quien tanto amor prodigó… y ella también, su Lucy-palabra.
Ciertamente, la palabra de Lucy tuvo que ser, por fuerza, una verdadera tabla de salvación cuando creyera Lolo que el barco de su vida iba a naufragar por los muchos torpedos que le dirigió el dolor, la enfermedad y el sufrimiento. Y allí estaba ella, su hermana del alma, a punto para echarle una mano con una palabra, para salvarlo del naufragio, de la desesperanza, al que nunca se apuntó.
Y, con la ayuda de Dios, continuaremos.