Los perfiles de Lolo. 5- Oración cultivada y frecuente
Es cierto que quien tiene fe y la demuestra ha de sostenerse a partir de la oración como punto de unión con Dios, con su Madre o con Jesucristo. Y eso, en el caso del Beato Lolo lo podemos elevar a una potencia muy elevada para mejor comprender la importancia que tuvo la oración para una persona como Manuel Lozano Garrido.
Orar, para Lolo, era bastante más que una simple actividad espiritual a la que arrimarse. Y es que, como dice él mismo, en su libro “Bien venido, amor” (585):
“La oración es un generoso camino de devolución de la visita de Dios.”
El caso es que el linarense universal tenía (y tiene si lo recordamos en presente) en la oración un buen camino para el encuentro con Aquel que lo había creado y, por tanto, la cultivó con esmero y devoción. Por eso tenía un sentido de la misma tal que así, como expresa en su libro “Mesa redonda con Dios”:
“El Amor, desde siempre, es puro, limpio y santo, como noble y maravilloso es el colosal poder de crear la vida que hereda de Dios. Por eso ninguna oración es tan fácil como la que brota del amor santificado.”
Cultivar la oración supone, en primer lugar, sembrar la semilla de la misma en su corazón y, luego, cosechar el fruto de aquella siempre. Por eso no entendía cómo era posible que con la oración se hiciesen todo tipo de tropelías que no se correspondían con el espíritu de la misma, con lo que suponía de cara al desarrollo espiritual del creyente y, por fin, que venía a ser una negación de un instrumento tan importante para el alma como es orar. Y eso lo dice de una forma más que clara en estos dos textos provenientes, el primero, del libro ya citado aquí, “Mesa redonda con Dios” y el segundo con otro también traído a estas líneas, “Bien venido, amor”:
“Con la oración hemos llegado también a un “cóctel” de usos comunes. La rutina, las ganas de no complicarnos las cosas o el mal ejemplo, han ido armándole un cuerpo falso al diálogo con Dios hasta dejarlo tan duro y tan vacío como el armazón de un figurín.”
“La oración no es el espejo del cuarto de baño, donde uno se fija para ver sus vanidades, sino una ventana abierta por donde se ve el rostro iluminado de Dios.”
En realidad, la oración bien cultivada tenía poco que ver con hacer las cosas, digamos, de forma rutinaria como hacemos otras que tienen poco que ver con el alma y lo que está por encima de nosotros y, además, tampoco la considera Lolo como si se tratase de una voluntad expresada por la nuestra y que no va más allá de nuestro propio yo. No. La oración, para nuestro hermano en la fe, tiene todo que ver con Dios y, por tanto, cultivarla de forma adecuada supone el camino más cercano hacia Quien nos ha creado y mantiene. Por eso escribe tantas y tantas oraciones y en cada una de ellas muestra que sí, que para él, orar es hablar con Aquel que sabemos que nos ama.