La primera etapa de esta temporada en el yacimiento de Cástulo, a cinco kilómetros de Linares, finaliza con nuevos descubrimientos que obligan a repensar y a concebir nuevas teorías sobre su verdadera historia, que en este caso se refieren a sus moradores más antiguos, los del siglo III antes de Cristo.
Según ha explicado el director del Conjunto Arqueológico, Marcelo Castro, los trabajos de este curso se habían centrado en consolidar los de años anteriores, para que sean visitables por el público.
En este aspecto no ha habido grandes novedades y se ha trabajado en el Área 4, donde hay una torre púnica y un santuario asociado a la misma, además se ha continuado con la secuencia estratigráfica en el Área 3, donde el equipo americano liderado por el arqueólogo y profesor de Historia del Arte de la Universidad de Chapman, situada en California (Estados Unidos), Justin Walsh, ha excavado casas iberas.
Sobre todo, se ha realizado también una excavación completa del gran edificio y las calles adyacentes encontrados en anteriores campañas en el Área 1, para que el público pueda visitarlo de forma digna.
Pero las principales novedades que han hecho volver a repensar Cástulo y su historia se han encontrado en la zona cercana al río, al puerto, al que fuera el último punto navegable del Betis (Guadalquivir).
Los trabajos se han limitado a realizar prospecciones en la zona del promontorio donde se han encontrado los primeros restos del Cástulo más antiguo, ese que se sabe que está, pero al que era difícil de acceder porque en otras zonas hay sobrepuestas otras civilizaciones.
Serán necesarias nuevas excavaciones para poder descubrir los secretos que Cástulo tiene reservados, en esa dehesa de unas cincuenta hectáreas donde se encuentra el sitio arqueológico, y en la que apenas si se ha removido un 2 por ciento de su superficie.
De momento, aunque se buscaban restos de los siglos VII-VIII después de Cristo, lo que se ha encontrado, con relativa facilidad, es mucho más anterior del siglo III antes de Cristo.
Y parece intuir que encima de los restos más antiguos de la edad del Cobre solo hay un vertido de sedimento de época romana, que podría ser el aterrazamiento de un edificio.
Ahora, las más de doscientas personas, entre ellas voluntarios y miembros del Campo de Trabajo, que han participado en esta campaña que finaliza, y que ayer recibieron en un acto ya tradicional una camiseta acreditativa, regresan a sus casas.
Mientras, los arqueólogos se retirarán a su «cuartel de invierno» para analizar lo hallado y reconstruir la historia con nuevas teorías de esa gran desconocida ciudad que llegó a ser el mayor oppidum de la Oretania ibérica, municipio romano y durante la época bajomedieval albergó sede episcopal. Ana B. Sola. EFE.