Como se avecinaba desde hace unas semanas, la Semana Santa 2016 iba a estar marcada por las inclemencias meteorológicas y así comenzó éste Domingo de Ramos.
El cielo se teñía de azul cuando por las calles comenzaban a escucharse los sones de la Banda de Cornetas y Tambores del Rosario que acompañaba a Jesús a lomos de la Borriquilla en su Entrada Triunfal en Jerusalén. Palmas, incienso, música, compás, racheo, todos los elementos se unieron para hacer del 20 de marzo una gran mañana de Domingo de Ramos.
Y detrás del Señor, con una cara de felicidad digna de una Madre por su Hijo, asomaba La Señora, la Virgen de la Alegría, cuyas costaleras mimaban en cada uno de sus pasos.
Así, con cada paso, se iban acercando a Carrera Oficial y, como estaba previsto, a las 13.00 horas la Cruz de Guía de la Hermandad de la Borriquilla aparecía por la misma. En ese momento, y dadas las inclemencias del tiempo, tuvieron que acortar su recorrido e ir lo más rápido posible para evitar que la lluvia destiñera el maravilloso desfile procesional.
La tarde del Domingo de Ramos no pintaba muy bien y a la hora del pasacalles de la Banda de Cabecera de la Santa Cena Sacramental comenzaba a llover en Linares. A pesar de ello, a las 17.00 horas la Hermandad decidió agotar sus dos horas de margen para poder procesionar por la ciudad a las 19.00 horas, bajo la amenaza de lluvia, pero sin la misma presente aún.
Así fue, la Cruz de Guía salió de la Parroquia de Santa María La Mayor seguida del cortejo procesional encabezado por la Banda de Cabecera y seguido del Ángel, que en su tiempo se hizo pensando en que fuera Cruz de Guía de la Hermandad.
Jesús con sus doce Apóstoles hizo aparición acompañado por los sones de la Centuria Nazarena, que este año acompañaba al Paso. Y cerrando el cortejo, la Virgen de la Paz, con un rostro digno de una Madre que sabe que va a perder a su Hijo.
La Hermandad tuvo que acortar recorrido, debido a la amenaza de lluvia, pero eso no deslució los estrenos que la Santa Cena y Paz llevaban con motivo del 25 Aniversario de la Virgen de la Paz, tales como un estandarte para abrir el tercio de la Madre Soberana y un manto brocado dorado, bajo el paso de palio blanco que brilló en la noche linarense.
Una tarde-noche fría y lluviosa, pero los linarenses, como siempre, incansables cofrades, soportaron la espera para poder ver en toda su grandeza y esplendor a un Hijo y a una Madre que, poco a poco, va avanzando en su Pasión.
Redacción y fotos: Almudena Garrido