Francisco Baños, quien con ocho años ya asiste a la Academia de Bellas Artes de Linares

Francisco Baños, quien con ocho años ya asiste a la Academia de Bellas Artes de Linares

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Linarenses de renombre – Paco Baños

 

No podemos negar que Linares es una ciudad puramente artística en sus más diversos ámbitos. Y es que de sus calles han salido personas como Andrés Segovia, Carmen Linares, el propio Sebastián Palomo Linares, torero y artista plástico y, si hablamos, de escritura y de tanto más, el conocido Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo y, seguro, muchas personas que nos dejamos en el tintero y que esperamos sepan perdonarnos…

Pues bien, en el día de hoy vamos a tratar de una figura más que importante, y no sólo en el panorama linarense sino, incluso, universal. Y nos referimos al pintor Francisco Baños Martos, más conocido como Paco Baños quien tuvo una relación más que especial con Lolo, como luego mismo veremos.

Humilde, honesto y modesto”. Tales adjetivos calificativos definen, según hemos podido comprobar, a Paco Baños, a la sazón, pintor y maestro de pintores.

Nació el buen hombre en Linares, un día tal como el 18 de marzo de 1928, en la calle Numancia de la ciudad giennense (y sería llamado a la Casa del Padre el 28 de marzo de 2006 en Valencia donde había residido los últimos años de su vida) Y bien pronto empieza el camino artístico que le daría fama más que merecida. Y es que desde su Primera Enseñanza toma afición por el Arte y con ocho años ya asiste a la Academia de Bellas Artes de Linares donde recibe un curso. Y más tarde sería la Escuela Industrial de su pueblo quien le ve hacer práctica su vocación y donde se interesa por el dibujo técnico.

Se hace acreedor a la gracia del Alcalde de Linares, a la sazón Pedro Garzón, que le ayuda en su desplazamiento a Madrid donde hará amplios sus conocimientos en pintura. Allí mismo ingresa en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando donde sus calificaciones son excelentes. Y sería en 1947 cuando, no por casualidad, sería quien dibujara al matador apodado “Manolete” cuando el mismo fue cogido en la plaza de toros de Linares y de cuya cogida resultó su muerte.

Podemos decir, al respecto de su capacidad artística que, lo mismo que nos pasó en el caso de Andrés Segovia, no tenemos espacio para poner todos los premios que, por merecimientos propios, recibió a lo largo de su vida. Así, desde los Premios Carmen del Río y de la Fundación Madrigal (allá por los años 1948 al 1950), pasando por la Tercera Medalla que recibió en 1970 en la Sección de Dibujo de la Exposición Nacional de Arte Contemporáneo  todo son reconocimientos a su labor a la que entregó su vida y, claro, tampoco podemos aquí referenciar todas las exposiciones en las que participó con total éxito y gozo de aquellos que pudieron asistir a las mismas. Así, ocupa cargos de la más alta importancia como, por ejemplo, el de Doctor en Bellas Artes; profesor de la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos de Valencia; Decano de la Facultad de Bellas Artes de Valencia; Miembro de la Asociación Internacional de Críticos de Arte y un largo etcétera que, como podemos suponer, supone la manifestación de alguien que ha hecho de la pintura una vida, su vida.

A este respecto, en el Boletín del Instituto de Estudios Giennenses de Julio/diciembre de 2006 (el nº 194) escribe José Antonio Camacho Conde quePaco Baños al igual que Miguel Ángel hace del Santuario de la Virgen de Linarejos, su ‘Sixtina’ más querida a la que aporta con acierto su genio y universalidad”. Y es que Paco Baños es un extraordinario muralista como puede apreciarse en toda su obra. Además, “su conocimiento de la figura humana es de gran sensibilidad expresiva” pues “sus murales son un genial alarde de composición, distribuyendo los espacios y la luz en función del tema para explicar el relato, destacando el estudio de la anatomía abarcando el todo sin que haya una línea perdida o un aspecto formal sin su réplica compositiva”.

Vemos, como es fácil apreciar, que el pintor linarense, que deja su huella allí por donde pasan sus manos de artista, no se priva de ningún tipo de obra pictórica. Así, por ejemplo, además del mural, abunda en la que es suya el retrato, partiendo de él mismo hasta los que son expresión de amigos (Pepe Moya, por ejemplo), familiares (sus hermanos o su propia madre, de nombre Mariana); personas, en fin, que son importantes para él.

Pero no queda ahí la cosa pues nada le impide hacer uso de las artes que pueden ser objeto de su atención como, por ejemplo, la cerámica y los hierros forjados donde también deja huella de un arte muy particular y, dentro de tal personalidad, una genialidad difícil de superar.

Por eso vamos a citar sólo algunas de sus obras, digamos, emblemáticas, que muestran quién era y es Paco Baños donde es fácil darse cuenta de qué lugar era de su predilección:

«Milagros de la Virgen (La salvación de los mineros y las rogativas por la lluvia)”, en el Crucero de la Ermita de Linarejos,

«Vida de San José”, en la Ermita de Linarejos. Capilla de San José,

«Vida de San Francisco de Asís”, también en  la Ermita de Linarejos. Capilla de San Francisco,

“Cristo Rey”, en la Iglesia Parroquial de Cristo Rey, en Jaén,

«La educación marista», en el Colegio de los Hermanos Maristas de Jaén,

“El Bautismo de Jesús”, en la Iglesia de Santa Marta de Martos, Jaén,

“Mural de la Virgen del Rosario”, en la Iglesia de la villa de Santo Tomé, en Jaén,

“Mural de San José Obrero”, en Bailén, Jaén o, ya por finalizar,

“Murales para la Iglesia de San Isidoro”, de Valencia,

etc., etc. y etc. pues podríamos estar un buen rato para citar, sólo citar, la obra de este gran linarense que, con su pintura, llega al corazón de los que la contemplan por primera vez (y qué decir de los que insisten en gozar de ella) pues no resulta difícil darse cuenta de que Paco Baños, que le unía una amistad grande con otro gran linarense universal, el Beato Lolo, para quien dibuja para alguno de sus libros (sobre todo, para su cuento de título “Ñoño” donde todos los dibujos son suyos), sabe llegar al alma de quien se acerca a mirar bien de cerca su obra y demuestra que los dones recibidos de Dios, cuando son utilizados con gozo y alegría, dan fruto más que abundante.

Eleuterio Fernández Guzmán