La Universidad de Jaén hace balance del Proyecto ‘Cástulo: investigación arqueométrica y transferencia social’ desarrollado de 2017 a 2020, en el que se han analizado diversos materiales datados entre los siglos VI a.C. al VII d.C. como cerámicas, mosaicos, pinturas murales, semillas y carbones
El Instituto de Investigación en Arqueología Ibérica de la Universidad de Jaén (UJA) ha concluido la ejecución del Proyecto ‘Cástulo: investigación arqueométrica y transferencia social’, llevado a cabo a lo largo de los últimos cuatro años (2017-2020) en el Conjunto Arqueológico de Cástulo en Linares. Este proyecto ha tenido como objetivo abordar el análisis arqueométrico de diversos tipos de materiales datados entre época ibérica y romana, que hasta el momento no habían sido investigados en profundidad, como por ejemplo cerámicas, mosaicos, pinturas murales, semillas y carbones, aplicándo análisis físico-químicos y análisis arqueobotánicos.
En lo que respecta a estos últimos, los análisis arqueobotánicos se han realizado sobre 3.234 fragmentos de carbón y 2.804 restos completos o parciales de semillas, todos ellos procedentes de la flotación de sedimentos recogidos durante las intervenciones arqueológicas llevadas a cabo en el conjunto arqueológico entre los años 2011 y 2015. Los datos aportados por estos análisis han permitido establecer cómo era el paisaje y la explotación de recursos agrícolas en Cástulo en una secuencia que comienza en el siglo VI a.C. y finaliza en el siglo VII d.C.
En este sentido, se observa en Cástulo un importante cambio cualitativo de las formaciones vegetales entre el periodo ibérico y el mundo romano. De un entorno donde predominaba una vegetación de encinar, el cultivo de cereales y almendros se pasó a un espacio donde los cultivos arbóreos, principalmente el olivar, dominaban el territorio. Este nuevo paisaje de olivar se desarrolló como consecuencia de un cambio económico y de ordenamiento social y político, que produjo una reestructuración del entorno de Cástulo alrededor del cambio de era.
“Estos datos, unidos a otros estudios, confirman que la Alta Andalucía (tanto el Alto Guadalquivir como la Vega de Granada) no era una zona marginal en la plantación de olivar y en la producción de aceite, más bien al contrario, debió ser un foco importante de desarrollo de este cultivo a finales del siglo I a.C.”, indica el director de este proyecto de investigación, el catedrático de Prehistoria de la UJA Alberto Sánchez Vizcaino. En este sentido, afirma que el papel de Cástulo, ya de por sí relevante por su protagonismo en la actividad minera, se vería reforzado por la importancia del cultivo del olivo. “La presencia mayoritaria del olivar pervivió en Cástulo hasta el siglo V d.C., a partir de ese momento su importancia decreció y se reforzó el cultivo de la vid, leguminosas, cereales y frutales como el almendro, ciruelo, melocotonero y nogal. Incluso se han podido identificar al menos dos variedades de aceitunas”, recalca el investigador de la UJA.
Análisis físico-químicos
Por lo que respecta a los análisis físico-químicos, su empleo se ha dirigido al estudio de contenidos en recipientes cerámicos y al análisis de vidrio, pinturas murales y mosaicos, siendo de especial relevancia los resultados obtenidos sobre las pinturas murales y los mosaicos romanos. En ambos casos se trabajó aplicando técnicas espectroscópicas no invasivas como la fluorescencia de rayos X de energías dispersivas y microespectroscopía Raman, empleando tanto equipos portátiles como de laboratorio.
En concreto, en el Mosaico de los Amores se ha conseguido una identificación precisa de las materias primas empleadas en la elaboración de las teselas. En el caso de las realizadas a partir de materiales pétreos, todas ellas son de fácil acceso en el entorno de Cástulo, pues se utilizaron rocas calizas (colores blancos, rojos, grises y negros), calcarenitas (amarillas), dolomitas (rosáceos) y rocas ferruginosas (rojos). De especial interés son estas últimas, ya que su uso parece exclusivo de Cástulo. Para las teselas de vidrio, la mayoría fabricadas con vidrio de silicato sódico cálcico, se ha identificado el repertorio de elementos cromóforos empleados (cobalto, cobre y plomo) para obtener los colores azul, amarillo, turquesa, verde, rojo y naranja.
Incluso se ha podido determinar el uso de vidrio con alto contenido en plomo, probablemente obtenido localmente a partir de escorias vitrificadas de plomo, con el que se elaboraba un tipo de tesela negra. Aunque será estudiado en más profundidad en proyectos venideros, se trata de otra de las señas de identidad del Mosaico de los Amores, ya que en la actualidad no se conoce que haya mosaicos en la Península Ibérica que hayan empleado este tipo de vidrio. Otra de las particularidades descubiertas ha sido la combinación de teselas de piedra y vidrio del mismo color (caso de las teselas amarillas, rojas y negras) en un mismo motivo decorativo. Este recurso se empleaba cuando escaseaban teselas de un determinado material.
Por otro lado, las pinturas murales, pertenecientes al mismo edificio del Mosaico de los Amores, han mostrado una complejidad y riqueza de colores similares a las empleadas en cualquiera de las grandes ciudades del Imperio Romano a finales del siglo I d. C. Los análisis físico-químicos han identificado los componentes minerales mayoritarios empleados en la elaboración de las pinturas: hematites y cinabrio (rojos), goethita y compuestos de plomo (amarillos), carbón vegetal (negro), calcita (blanco), azul egipcio (azul) y glauconita/celadonita (verdes). Estos componentes además se mezclaron de diferentes maneras: azul egipcio y calcita para obtener un blanco más luminoso, hematites y carbón para conseguir el color marrón y los diferentes tonos de verdes se consiguieron mezclando la glauconita/celadonita con azul egipcio.
Alberto Sánchez Vizcaíno explica que los resultados obtenidos presentan un especial interés porque “contribuyen a la construcción del proceso histórico de Cástulo, facilitan el diseño de estrategias de conservación y pueden ser convertidos en información de utilidad para el público que visita el conjunto arqueológico, potenciándose el valor del mismo como recurso turístico para el desarrollo económico y social de la ciudad de Linares”.
La investigación, de carácter internacional, ha sido financiada por el Ministerio de Economía, Industria y Competitividad y ha sido llevada a cabo por un equipo internacional y multidisciplinar de arqueólogos, arqueobotánicos y químicos del Instituto Universitario de Investigación en Arqueología Ibérica de la Universidad de Jaén, del Departamento de Química Física y Analítica de la Universidad de Jaén, de los departamentos de Química y de Arqueología de la Universidad de Gante (Bélgica) y del Laboratorio Hércules de la Universidad de Évora (Portugal).
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