Beatificación de Lolo: 12 años después
Fue en 2010. Y, en concreto, un 12 de junio que resultó lluvioso aunque, por la fecha, pueda parecer extraño. Un jienense vecino de Linares subió a los altares porque merecía subir a los altares. Su nombre, más que conocido, es Manuel Lozano Garrido aunque Lolo sea una forma más que común de conocerlo. Han pasado, por tanto, 12 años aunque donde está él, en el Cielo, eso del tiempo sea algo muy pasado y propio de la Iglesia militante…
Aquel día, digo, subió Lolo a los altares. Y lo hacía, estoy seguro de ello, con la aquiescencia de Dios mismo que quería a su lado a quien había escrito tanto acerca de la importancia que tiene el Creador en la vida de su semejanza, creada a su imagen. Y subió, también, por la fama de santidad que se había ganado a pulso de fe y de esperanza a lo largo de su vida.
Cuando pasa algo de esto, una beatificación quiero decir, se nos pone delante un ejemplo. Y es un ejemplo que no debemos olvidar porque se nos muestra que es posible ser hijo de Dios… siéndolo de verdad aunque nosotros, tan dados al egoísmo, creamos que eso, en realidad, sólo es para unos cuantos…
Han pasado, ya, 12 años de aquel día de junio. Y si hay algo de Lolo que no debemos olvidar es el tesón, la perseverancia y todo lo que supone de bueno el ser y el actuar de tal forma que nada de lo que a uno le pase, físicamente quiero decir, lastre tu ser y tu actuar. Y Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia de Cristo desde entonces, que tan mal lo debió pasar en vida por los muchos sufrimientos que padecía, muestra que no, que no es imposible sufrir y padecer y gozar con ello. Y no queremos decir con esto que fuera masoquista o algo por el estilo sino que, como él mismo dice muchas veces, “sobrenadaba” sobre tal sufrimiento y sobre sus muchos dolores físicos y los sobrenaturalizaba más y mucho más que más. Y por eso subió nuestro amigo a los altares.
Manuel Lozano Garrido, luego Lolo, luego Beato de la Iglesia católica, nos mira desde el Cielo y desde allí ha de querer para sus hermanos los hombres lo mejor que Dios nos desea. Y lo mejor es intentar, al menos intentar, reconocer en nuestra vida que el Creador, el nuestro, es importante. Además, que por mucho que podamos pasar malos ratos o, alargando la cosa, malos momentos, siempre queda la esperanza de saber que no estamos solos y que Dios está con nosotros, siempre, llevando nuestra carga que, a veces, cuando comprendemos, llamamos cruz.
Han pasado, como decimos, 12 años desde que en aquel junio de 2010 se alinearon todos los santos del Cielo para dar la bienvenida, ya sin su sillón de ruedas, a quien les iba a hacer la crónica celestial la mar de bien. Y estamos casi seguros de que algún que otro salto de alegría sí que debió dar el bueno de Lolo.
Y para recordar y celebrar un acontecimiento tan grande como fue la Beatificación de Lolo se llevó a cabo, el pasado 12 de junio, en la Basílica Menor de Santa María la Mayor, una Solemne Eucaristía de Acción de Gracias porque dadas deben ser a Dios por tanta bondad que nos hizo al hacer surgir, de entre sus hijos, a uno tan especial y santo como fue (y es) Lolo.
Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, ruega por nosotros.