La Madrugá comenzaba con los últimos sones de “Columna y Amargura” que anunciaban que el Señor de Linares iba a salir a la calle en unas horas. La Plaza de San Francisco comenzaba a llenarse y “Aída” sonaba por la Plaza de Toros en la que la Banda de Cabecera iniciaba su pasacalles.
De esta manera y puntual, los pasos empezaron a colocarse en la Plaza de San Francisco. Primero, San Juan Evangelista, cuyas costaleras portaban con fervor y entusiasmo. Después, María Santísima del Mayor Dolor que procesionó desde la Casa Hermandad del Nazareno hasta la Plaza. Con ambos y con todos los cofrades linarenses como testigos, Padre aparecía por las puertas de la Parroquia de San Francisco.
Al son de “Oración”, la primera bendición daba comienzo. Un momento único que se repitió en el Paseo de Linarejos y en la entrada al Templo de la Cofradía. Terminado el acto, el cortejo procesional se colocaba para empezar su estación de penitencia.
El extenso itinerario del Nazareno dejó momentos de gran belleza como el paso por la calle Espartero, la subida al Paseo de Linarejos o la Carrera Oficial.
En cuanto al acompañamiento musical, San Juan fue mecido a los sones de la Agrupación Musical Santísimo Cristo de la Salud; el Nazareno, a los de la Centuria Nazarena; y la Señora, a los de la Sociedad Filarmónica María Inmaculada.
La Cofradía introdujo diversas novedades como el nuevo estandarte de María Santísima del Mayor Dolor, la corona antigua de la misma o el manto bordado donado en la década de los cincuenta. Otro de los estrenos fue una marcha por parte de la Banda de Cabecera, la titulada “Corazones moraos”.
Redacción: Almudena Garrido