Artículo 2:
ASISTENCIALISMO VERSUS PROMOCIÓN
Asistencialismo: manera de brindar asistencia: ayuda, colaboración o apoyo. El concepto suele emplearse, de modo general, respecto a la obligación que tienen los gobiernos de asistir a sus ciudadanos y ciudadanas para satisfacer las necesidades básicas cuando las personas no pueden hacerlo por sus propios medios.
Pero realmente es una forma de ser y de hacer las cosas respecto a las situaciones de pobreza y de exclusión, que también involucra a las organizaciones sociales. El asistencialismo por sí solo adquiere una carga negativa. Las personas necesitan la asistencia y los recursos públicos y privados y se ven fortalecidas por esa necesidad, pero si la ayuda recibida no va acompañada de un itinerario con propósito hace crónicas y permanentes las situaciones.
El asistencialismo, en este marco, consiste en entregar recursos a personas que atraviesan una situación de vulnerabilidad para satisfacer algunas de sus necesidades, pero sin favorecer su emancipación de la dependencia, entregando ropa y comida a las personas denominadas pobres pero sin facilitar las herramientas para que ellas mismas puedan generar sus propios recursos y vivir una vida con autonomía e independencia.
Por eso, esta visión no debe impregnar la acción voluntaria, muy al contrario debe ir en la línea de la promoción de las personas, que sumada a la asistencia de forma inicial, podrá proporcionarle a las personas que lo necesiten los instrumentos necesarios para que desarrollen sus competencias, y sus habilidades con el fin de mantener lo máximo posible su autonomía, su autodeterminación y el valor de sí mismas y de sus capacidades.
Importante destacar el valor de la DIGNIDAD HUMANA en momentos complejos, especialmente en situaciones de desempleo crónico, en los que, se debe de activar a las personas, motivarlas a buscar la solución a sus problemas y que decidan su propio destino. Dar HERRAMIENTAS, FORMAS, MEDIOS PARA ENCONTRAR UN EMPLEO, ofrecer otra perspectiva a la caridad y a ese asistencialismo que lo único que consigue es hacer permanentes y continuados los problemas sociales y restarnos posibilidades.
Y si, es necesario ayudar a las personas que estén atravesando situaciones de vulnerabilidad, pero de FORMA TRANSITORIA, impulsándola a buscar otras formas de vivir. Y si, es necesario el apoyo del estado y los gobiernos, es una obligación la de velar y cuidar a sus ciudadanos/as pero sin crear clientelismo.
En estas circunstancias la acción voluntaria no es un “camino de rosas”. Las dificultades que pueden surgir en su concepción, organización y realización no deben mermar el interés por llevarlas a cabo y, la persona voluntaria tendrá que mantener una actitud paciente, no viendo en las dificultades un muro infranqueable sino una “valla que se puede y se debe saltar para alcanzar el otro lado”-
La variabilidad de personas a las que podemos ayudar, cada una con sus propias particularidades, también tienen un nombre, una identidad, un problema, y nuestra actitud debe ser cauta y confidencial, respetando a la persona con esos obstáculos y limitaciones que manifiestan.
Gracias a la organización a la que pertenece la persona voluntaria es que dispone de un entramado de recursos y herramientas que facilita su labor y ello destapa una concepción grupal en la que sin el trabajo de otras personas voluntarias, difícilmente podrían realizarse las diferentes ayudas que se ofrecen a quienes más lo necesitan, es decir “son una persona formando parte de un equipo, de un colectivo”. Y allí está la fortaleza para afrontar los retos, el hacerlo entre muchas voluntades, de forma colectiva y eso al fin y al cabo es la esencia del voluntariado.
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