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Lolo

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Sobre Lolo y sus Libros – La cruz de cada cual

 

A Angelita Gómez, que nunca ha sabido lo que es la salud y

vive esperando, con el corazón vestido de fiesta

y las lámparas ardidas”, porque “el Amor lo endulza todo”.

En ti mi admiración por todos los que, en silencio, dan un vivo

testimonio de la actividad redentora del sufrimiento

“Cartas con la señal de la Cruz”

Dedicatoria

Como es más que sabido, Manuel Lozano Garrido, Lolo para sus amigos y, con el tiempo (y aunque él nunca lo creyó posible) Beato de la Iglesia Católica, sufrió de lo lindo a lo largo de muchos años. Sufrimiento y dolor fueron dos palabras que muchas veces debió repetirse en su corazón y fueron, no por casualidad, las que le llevaron a los altares. No, sin embargo, por el sufrir o el soportar dolor sino por saber hacerlo y ofrecerlo todo a Dios. Y en eso, Lolo fue un verdadero maestro.

La cita con la que hemos embellecido este artículo es la que pone Lolo al principio de su libro cuyo título, “Cartas con la señal de la Cruz”, dice tanto de cuál es su contenido y de hasta dónde puede llegar el sufrimiento del ser humano.

Lolo, que mantuvo una relación epistolar larga y profunda con muchos enfermos, nos trae a las páginas de este su libro muchos ejemplos de hasta dónde es posible soportar lo malo que nos pueda pasar. Pero no es eso, con serlo, lo más importante, sino que todo esto tiene que ver con el valor redentor del sufrimiento aunque decir eso les pueda parecer, a muchos, necedad o locura.

Lo bien cierto es que Lolo divide este libro de forma muy ingeniosa. Y es que contiene lo que llama “Cartas en horizontal” que tienen que ver con otras personas que, como él, padecen males físicos o, incluso, que están sanos; luego, habla de “Palabras verticales” que es, en sí mismo, un Vía Crucis donde se van repasando las estaciones por las que pasa Jesucristo desde que es condenado a muerte hasta que es sepultado. Y, por último, escribe Lolo lo que llama “De la horizontal y la vertical, una Cruz” donde se relaciona lo que es el ser humano con su hermano Cristo y, en suma, con Dios mismo.

Es cierto y verdad que las cartas que el Beato de Linares (Jaén, España) trae a este libro ponen, a veces, el corazón de punta pero no es menos cierto que si lo hace es para que comprendamos que puede haber personas que pasan, como a nosotros nos puede acaecer, por malos momentos pero que pueden salir adelante. Es una forma de aquietar el alma ante la adversidad y ante lo que puede hacernos llevar una vida a la que hasta somos capaces de adjetivar de mala. En realidad, la existencia, como regalo de Dios, hay que gozarla y disfrutarla en el exacto sentido de lo que eso significa.

Lolo, como tantas veces hace (empezando por el título del libro, verdadero prodigio de sensibilidad y profundidad espiritual) consigue que, al acabar de leer sus páginas, queramos ser capaces de capear los malos temporales o, como él mismo diría, saber sobrenadar el sufrimiento.

Eleuterio Fernández Guzmán

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