Desde el barrio minero de Santa Bárbara, Linares recibe el cuerpo de Jesús Descendido, lleno de Pena y Dolor. Cofradía de luto, la cual se manifiesta en su forma de procesionar. Viernes Santo inusual, pero que se llenará de recuerdos desde nuestras casas.
Puntualmente y tras abrirse el portón de la parroquia, la austeridad de las insignias nos preceden al paso de misterio, nazarenos que alumbran con su luz a sus sagrados titulares y ya comienza a andar el portentoso paso del Descendimiento de nuestro Señor, misterio que tallara el cántabro Víctor de los Ríos. Desde hace unos años las imágenes lucen detalles textiles que con sumo gusto estudia su vestidor.
Comienza a andar el paso de misterio por su barrio, de forma firme y portentosa al son de cornetas y tambores. Y tras el paso el luto se hace presente, santo y seña de esta Hermandad, sus mujeres de mantilla, que acompañan al dolor de María, vistiendo un prenda tan andaluza como es es esa, la mantilla. Ellas decidieron acompañar a María Santísima de las Penas por las calles de Linares, para que su dolor no se convierta en Soledad.
Tras abandonar su barrio, la cofradía llegar al centro de Linares para realizar su paso por tribuna como primera hermandad de la jornada. La cofradía es encabezada por su Banda de Cabecera, con marchas interpretadas bajo la dirección de su director Francisco Mariano Cueto. Con una Carrera Oficial abarrotada y deseosa de disfrutar de una maravillosa tarde de Viernes Santo con tres cofradías, esta Hermandad haría su entrada en tribuna pasadas las siete y media de la tarde ya con el atardecer del día.
El primero de los pasos es portado por 54 costaleros, y mandado por David Calero. Representa a la Virgen esperando el cuerpo de su hijo que es descendido por José de Arimatea y San Juan, que lo recoge y junto a la Virgen se encuentra María de Cleofás y María de Salomé. Imponente en su andar, pero a su vez serio.
Y a continuación viene María de las Penas, con un rostro serio pero lleno de Dolor, pues no hay más dolor que el que siente una madre al ver morir a su hijo. Sobre su paso de calvario, iluminada por su candelería y escoltada por cuatro ángeles pasionistas de plata que portan enseres como un pañuelo negro, corona de espinas o clavos. Costaleras la hacen avanzar por el recorrido de forma suave y continuada.
El dolor vendría acompañado por un colectivo de estreno, la Banda de Música Linarejos Coronada, que tenía previsto acompañar el calvario de María Santísima de las Penas por primera vez, poniendo sones acordes al momento, seguramente con marchas como «Margot o Ione».
Y tras pasar por estas calles, la Hermandad roza la Plaza de Toros, inmejorable marco para disfrutar de esta cofradía en las calles de Linares, buscando ya el regreso a su sede canónica, aunque justo antes de llegar al barrio minero, harían disfrutar a los presentes en la cuesta de San Pedro, con buenas chicotas por parte de ambas cuadrillas.
Y la hermandad llega a su sede canónica, ya en la noche del Viernes Santo, el rostro de María viene cansado, pero siempre aguantando su dolor y su pena, recogida en aquella profunda mirada que tallase Juan José Ajenjo y que cada año realza su vestidor Juan López.
De nuevo volveremos a soñar con ver a Linares recibir el cuerpo de cristo descendido pero mientras quédate en casa y comienza a soñar con ese momento.
Os dejamos además con una galería de imágenes cedidas por Juan Carlos Calero, como recuerdo de la salida procesional de la hermandad.
Recuerdos
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